El Gres del Pato y la Cruz, cerámica utilitaria refractaria de alta temperatura, ∆10 cono diez. Hecho a mano usando arcillas y rocas de los Andes Colombianos.

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EL LENGUAJE DE LAS ROCAS

Date : 13/06/2013

La importancia de la cerámica radica en el hecho de ser un arte milenario, cuidado, mantenido y venerado, generación tras generación, pues moldear el barro para cocerlo en el fuego se ha convertido en el sello cultural representativo de asentamientos humanos que han sido capaces de forjar piezas únicas, refinadas y sutiles a partir de esta técnica en todos los rincones del planeta tierra.

Hemos sido testigos de cerca (en sitio) o por procesos de documentación e investigación, de grandes centros cerámicos que se destacan y diferencian unos de otros por la manufactura, los tipos de cocción y las técnicas decorativas desarrolladas por familias que congregadas en torno a grandes hornos, reverencian con honor el sello de sus ancestros, pues han logrado blindar su cultura y evitar el desplazamiento de aquello que les es propio; sin embargo también contemplamos con perplejidad la pérdida de los valores que caracterizaron esta técnica, bien sea por la migración del lugar de origen de manos dispuestas a aprender, desarrollar y perpetuar en el tiempo su herencia cultural, o por la aparición de materiales nuevos que ponen en peligro la estabilidad y continuidad de los procesos y las técnicas ancestrales.

La incursión en el mercado de toda suerte de objetos de mala calidad y la implementación de materiales contaminantes con el medio ambiente, han hecho que, en el afán por competir y permanecer vigentes en el mercado, se estandaricen las piezas, se incremente la producción en masa y se pierda la posibilidad de estimular los sentidos y ofrecer en cada pieza, valores estéticos únicos o diferenciadores de cada fabricante o artesano. Esta situación también deriva de la especial atención que se presta en satisfacer los requerimientos del mercado o las demandas específicas de los clientes, dejando de lado los valores y rasgos distintivos propios, que se constituyen en definitiva en componentes identitarios.

Con estas preocupaciones iniciales derivadas de un proceso reflexivo y crítico sobre la técnica y pensando en la necesidad de trabajar desde el taller de una forma respetuosa con la naturaleza y el contexto en el cual estamos inmersos, intentando también resolver los desafíos del mercado y el mantenimiento y legitimidad de una identidad propia, se define en la fase de investigación extraer los minerales y elementos del subsuelo, para extrapolarlos a las piezas de cerámica, animando de este modo los valores sobresalientes de nuestra región, pues los limos y minerales que hay en las rocas de nuestra cordillera, no son los mismos que están presentes en otros lugares del mundo y esta característica en sí misma, genera una paleta de colores muy concreta y específica de esta tierra, aspecto que puede leerse como un rasgo cultural distintivo de la cerámica que se forja en nuestras manos.

Desde el taller se busca difundir el altísimo potencial del suelo santandereano, tierra agreste y hermosa, caracterizada por la esencia de sus rocas, piezas inertes que amalgamaron desde hace miles de años, minerales útiles para la producción de cerámica esmaltada. No hace falta viajar largas distancias para darnos cuenta que nos encontramos en una región pletórica de riquezas: tenemos yacimientos y formaciones geológicas en Girón, Oiba, Barichara, San Gil, Sabana de Torres y Cepitá, entre otros municipios; frente a este hecho y al convencimiento que la autenticidad de los pueblos radica en el conocimiento y valoración que sobre su cultura tengan los habitantes de un territorio y en la importancia de salvaguardar aquello que se reconoce como valioso por todos, surge la idea de imprimir este potencial mineral como sello indeleble de nuestra cerámica, porque las rocas y minerales de los andes colombianos tienen  particularidades que les han sido otorgadas por el tiempo y por las fuerzas del clima y el azar, y es a partir de estos elementos que se pretende desde el taller, contar una historia que lleve inmersos estos rasgos culturales de valor patrimonial.

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Pensando en la forma de contrarrestar los problemas que se evidencian en el gremio de artesanos y alfareros en lo referente a una identidad propia de las piezas o a la traducción de valores de nuestra cultura en ellas, hemos definido el trazado de tres caminos para nuestro taller, cada uno de los cuales está soportado en un proceso investigativo previo:

  1. Los materiales empleados para la producción de las piezas cerámicas en el taller son minerales provenientes de los andes colombianos.
  2. La producción de las piezas corresponde exclusivamente a procesos de elaboración a mano, y en ningún caso se trabaja con moldes.
  3. La quema de las piezas se realiza en una cámara en reducción a una temperatura mayor a los 1300 grados Celcius.

A continuación, haremos referencia a los procesos cerámicos de alta temperatura.

En Santander los procesos de quema de las piezas cerámicas tanto utilitarias como decorativas, se realizan a temperaturas que no superan los 1200 grados Celsius, lo que limita a los alfareros y ceramistas a emplear agentes fundentes artificiales, la mayoría insumos traídos de fuera que incrementan los costos de inversión de las personas dedicadas a esta labor.

A una temperatura mayor a 1300 grados Celsius, que es la que se propone en este caso, y a la cual no es fácil llegar, la mayoría de rocas se derriten y de acuerdo a su composición, arrojan resultados cercanos a los procesos de fundición que ocurren en las profundidades de la tierra; es así que el material derretido como la lava de un volcán, al lograr su enfriamiento, experimenta cambios drásticos que develan el carácter cristalino, propio de los minerales de la región, otorgándole a las piezas valores supremos y la originalidad de las tonalidades y texturas que han adquirido gracias a las fuerzas que en ellas han impreso los minerales por causa del fuego.

En julio de 2011, antes de radicarme de nuevo en Colombia, desarrollé la primera fase del proyecto, cuyo objetivo consistió en identificar y localizar los yacimientos de minerales en Santander, por ser Bucaramanga, su capital, mi lugar de origen; así se dio inicio a la revisión rigurosa de las seis provincias y 87 municipios que conforman el departamento, elaborando para este propósito una matriz de recolección de datos en la que se consignó la información relevante de cada uno de los municipios en los que se encontraron yacimientos. Los resultados de esta fase arrojaron la existencia de un altísimo potencial de materia prima que podría resultar de utilidad en los procesos cerámicos. El cumplimiento de esta tarea fue posible gracias a la colaboración de geólogos locales, de INGEOMINAS y de algunos empresarios y trabajadores de este gremio que fueron entrevistados en el trabajo de campo adelantado en esta fase.

Con los insumos y yacimientos localizados en el territorio se dio inicio a la siguiente fase, que correspondió a la puesta en valor de los materiales, es decir, al proceso de experimentación de las cualidades y comportamientos de cada uno de ellos. Para obtener resultados en este medio se necesita producir reacciones cáusticas favorables, donde agentes fundentes ayuden a otros minerales en el proceso de vitrificación. Efectuadas las pruebas, el análisis arrojó que el 95% de los materiales eran positivos para uso del proyecto.

Es preciso tener en cuenta que para alcanzar una temperatura mayor a los 1300 grados Celsius es necesario emplear un horno de calidad industrial, que fue diseñado de forma previa y construido en Ruitoque bajo, municipio de Floridablanca, en los meses de enero y febrero de 2013.

La tercera fase correspondería a la crítica, a la reflexión sobre la técnica en sí misma, y en este propósito, dos esculturas sirvieron de medio para mostrar las posibilidades que ofrece el mercado con respecto a ella: pensemos en un momento en objetos de cerámica esmaltada ¿se trata de productos realmente necesarios para la vida? ¿Cuánto dinero debe invertir una persona para adquirir alguna de esas piezas? ¿Qué usos cumplen estas piezas? ¿Ofrecen las piezas de cerámica formas, colores y texturas que las hacen objetos especiales? ¿Podemos con nuestros propios recursos naturales, tecnológicos y artísticos, producir piezas que estén a la altura de las elaboradas en otros contextos y latitudes?

Esta fase se convierte entonces en la respuesta a estos cuestionamientos, ya que a través de la deconstrucción de un objeto cotidiano en la vida de las personas como una  taza de café, (que será progresivamente despojada de todas sus partes hasta llegar a la piedra misma), se pudo mostrar a los espectadores, la originalidad y la belleza que la caracteriza por estar hecha con materiales provenientes del subsuelo andino: a través de esta pieza nos acercamos a nuestra naturaleza, a la esencia de las cosas, retornamos al origen y volvemos a la tierra.

Se expondrá en las siguientes líneas de qué manera se plasma en las piezas el lenguaje de las rocas, refiriéndonos al color y a la forma.

El desarrollo de color en la industria cerámica está basado en el uso de pigmentos metálicos importados de Oriente. En nuestro taller el color se debe a la reacción de diferentes minerales hallados en las rocas, en este caso el celeste, formado por una posible acumulación de hierro y fósforo, como ilustra la imagen.

Quema oxidante ∆10

Con respecto a la forma, la arqueología y antropología muestran que la forma del contenedor de líquidos no ha cambiado desde su descubrimiento. Una teoría afirma que los primeros humanos que usaron este medio, encontraron este fenómeno luego de que apagaron la fogata comunal y vieron la capacidad del suelo quemado para retener los líquidos, de allí se desprende el origen de la técnica, pues se ha registrado en la historia el acto consciente de quemar arcillas para uso comunitario.

La naturaleza del material y su carácter plástico, hicieron que la primera respuesta revelara una forma orgánica basada en el vientre o el seno de la mujer, los contenedores más importantes para nuestro sustento como mamíferos. La naturaleza repitió esta forma en plantas y animales, formaciones fluviales y lagos. Este diseño evolutivo es impecable y su cambio es tan sutil a través del tiempo que no podemos percibir grandes diferencias: una taza es simplemente una taza, ella contiene, guarda, al igual que la taza primigenia, es por ello que no es necesario rediseñar una forma tan pura como la de este recipiente para poder transmitir un mensaje, sino más bien aprovechar las riquezas minerales que en este caso ofrece la tierra, para traducir el lenguaje de las rocas del subsuelo andino en las piezas cerámicas, empleando estos recursos en el desarrollo de los esmaltes.

Este ejercicio sencillo de pensar en una taza, nos brinda la oportunidad de preguntarnos ¿Por qué aún desconocemos el potencial de nuestro departamento para trabajar cerámica y las múltiples posibilidades que la carga mineral del suelo andino otorgan a esta técnica? Será sólo a partir de la identificación y búsqueda de los minerales y la experimentación de los efectos que ellos producen por acción del fuego en los cuerpos cerámicos, que podrá traducirse el lenguaje de las rocas para empezar a reconocer en ellos valores culturales propios.

Luis Carlos Reyes, revisión abril 2021

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