De Japón para Latinoamérica
Publicación de nuestro artículo por la revista VIVE LOFT en su edición No.10
DE JAPÓN PARA LATINOAMÉRICA: LA VISITA DEL MAESTRO HIROSHIGE KATO A BUCARAMANGA FORTALECE LAS RELACIONES INTERCULTURALES ENTRE LOS PUEBLOS.
La importancia de la cerámica en Japón radica en el hecho de ser un arte milenario, cuidado, mantenido y venerado generación tras generación, pues moldear el barro para cocerlo en el fuego se ha convertido en el sello cultural representativo de asentamientos humanos que han sido capaces de forjar piezas únicas, refinadas y sutiles.
Seto, Tokoname, Tajimi, Bizen, Arita, Tamba y de manera reciente Mashiko, son grandes centros cerámicos que se destacan por la manufactura, los tipos de cocción y las técnicas decorativas desarrolladas por familias que, congregadas en torno a grandes hornos, reverencian con honor el sello de los ancestros.
En lugares con semejante memoria histórica, la cerámica se funde de manera armónica con la escultura, transformando cada pieza en un objeto de veneración, en una verdadera obra de arte. Comprar para los occidentales una pieza cerámica implica, la mayoría de las veces, adquirir uno de tantos objetos que fueron producidos en masa. En Japón, por el contrario, la cerámica es especial, única, personalizada, en cada plato y taza ha quedado plasmada para la posteridad la firma del maestro, pero también el tamaño de su mano, el grosor de sus dedos, la flexibilidad para presionar la arcilla, su destreza y sudor, en tanto el clima, las estaciones y el tiempo hacen lo propio en el proceso de caracterización de las obras. Así como en Europa Rembrandt exploraba con óleo, en Japón los maestros producían piezas de alta estética con la cerámica, las cuales siempre fueron cuidadosamente planeadas y hermosamente ejecutadas: tradiciones que siguen vigentes en nuestros días y que han logrado seguir batallando contra el veneno de los plásticos.
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Para los japoneses la ceremonia del té se convierte en un hecho cultural de gran trascendencia, todo un ritual en el cual el anfitrión ha preparado con anticipación una muestra escénica cargada de movimientos elegantes y parsimoniosos, es un momento de relajación para los participantes, un espacio ideal para liberarse de los percances que muchas veces produce la vida cotidiana. Todo allí es importante: el respeto por el anfitrión, la estética de la casa, los objetos que preceden la ceremonia, el cuadro que adorna las paredes del recinto; en cada una de las partes de esta escena lo ancestral no entra en pugna con lo moderno, tal vez por ello muchos académicos llaman a este estilo la inspiración del modernismo. Todo el ritual es embellecido por piezas de cerámica que contribuyen a que el cuadro se desarrolle en una atmósfera mística que llega al alma, incluso hasta del más frívolo visitante.
El pueblo japonés ha sabido perpetuar sus tradiciones. Solo en Akazu, barrio de la ciudad de Seto, en la prefectura de Aichi, hay 30 familias dedicadas a este arte, una de las cuales es la familia Kato, encargada de dar vida a hermosas piezas cerámicas durante 12 generaciones. El maestro Hiroshige Kato aprendió el arte de la mano de su abuelo, de quien además heredó las herramientas que hoy siguen siendo tan importantes encima de su mesa. Su horno data de 1656, cuando el Maestro de cerámica Hikokuro, comenzó su taller con otras tres familias bajo la protección los Tokugawa, clase militar en el poder que impulsó la producción de piezas cerámicas para la ceremonia del té usadas en el castillo de Nagoya. De las tres familias sólo esta sigue trabajando la arcilla.
Como una experiencia de intercambio cultural en Latinoamérica, es preciso mencionar que la Embajada de Japón en México, promovió la visita del maestro a la localidad de Oaxaca, para apoyar la industria artesanal de los alfareros de Barro Negro, un arte que ha sabido mantenerse por centurias a pesar de las propuestas industriales locales e importadas. Su misión era enseñar a esta comunidad rural la importancia de mejorar la técnica para poder competir en el mercado en el campo de la cerámica esmaltada.
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El maestro Hiroshige Kato ahora visita Santander con un propósito similar: apoyar el proyecto en busca de Anagama, cuyo objetivo consiste en caracterizar y dar uso al potencial (ya comprobado) de minerales útiles para la producción de cerámica esmaltada en el departamento. Anagama que significa horno bajo tierra, persigue entonces hablar el lenguaje de nuestras rocas y expresar sus características, inspirándose en procesos de refinamiento y manejo de minerales de la milenaria técnica japonesa, por ello estamos convencidos de la importancia de este intercambio entre culturas.
Luis Carlos Reyes
Diseñador Industrial Pratt Institute, Brooklyn, N.Y.
Fundador y Director Creativo El Gres del pato y la Cruz
Vive Loft, Edición No.10 / ISSN 2011-7655